jueves, 30 de junio de 2011

Paulo de nombre raro


Paulo de nombre raro:

Paulo se despertó, camino medio dormido hasta su baño, pisando en su llevar peluches de las personas que vivían con él: el del nombre raro.

Destapose el dentífrico y colgado de un haz de luz quedo. Pequeño Paulo se descubre el pelo de la frente y regresa a buscar su ropa con cuidado de pisar los miles de muñecos que envuelven su cuarto.


martes, 14 de junio de 2011

Era facundo. Si, facundo y punto. Era facundo, “el” abogado y todos los “deber ser” encima y punto final.

Era facundo en su oficina del segundo piso en la calle de los abogados, con su maletín negro y su traje de camisa y corbata. Y, como lo dicta el sentido común, su silla giratoria, una que otra caja rellena de de documentos. La estantería que ostenta su conocimiento, plagada de libros que, con palabras de pronunciación difícil y significado relativo, le validan: Facundo abogado.

Facundo mira su escritorio; lámpara de luz tenue (verdosa como las de los juristas), acomoda un fajo de textos,  se acomoda el nudo de la anquilosada corbata, y cae en la cuenta, en la horrible cuenta.

En el lapicero poblado de lapiceras de escritorio formalísimo, en SU lapicero de orden y protocolo. Metrópolis de plumas negras, un, un ingenuo y solitario portaminas ROJO esperaba pasar desapercibido: desafiante.